¿Qué alimentos son buenos para el bebé después de la lactancia?
Los tres primeros años de la vida de un niño son cruciales en materia de alimentación, principalmente por las necesidades nutricionales asociadas al crecimiento y desarrollo tan espectacular que se produce en esos primeros años. Todos sabemos que la leche es el alimento fundamental durante el primer año de vida, sin embargo, llega un momento en que es necesario ir introduciendo otro tipo de alimentos sólidos o líquidos en la dieta del bebé. A este proceso le llamamos alimentación complementaria, ya que, como su propio nombre indica, “complementa” y no sustituye.
¿Cuándo iniciar la alimentación complementaria?
La Organización Mundial de la Salud recomienda que, durante los seis primeros meses de vida, la lactancia sea la única fuente de alimentación de los bebés. Así que, durante los primeros seis meses, mantendremos al bebé con lactancia materna exclusiva o con leche de fórmula si es un niño alimentado con lactancia artificial. Para iniciar la alimentación complementaria hay que valorar también ciertos hitos del desarrollo neurológico en el bebé que a los 6 meses suelen estar presentes. Es el caso de la curiosidad activa por la comida, la sedestación, la desaparición del reflejo de extrusión, la capacidad de llevar la comida con la mano a la boca, etc. Siempre individualizando cada caso y dejándose guiar por los consejos del pediatra, trataremos de incorporar los alimentos nuevos de forma progresiva, creciente y viendo la tolerancia del niño a los alimentos nuevos.
Inculcar hábitos nutricionales saludables
La introducción de la alimentación complementaria es una etapa de cambios, pero también nos permite inculcar a los bebés hábitos nutricionales saludables que podrán seguir llevando a lo largo de su vida. Es por eso que es recomendable cocinar sus purés sin sal, y así, ellos se acostumbrarán al sabor natural del alimento sin echar de menos la sal. Para asegurarse de que los bebés reciben una alimentación adecuada durante esta etapa se recomienda:
- Seguir las pautas del profesional médico, que adaptará siempre las recomendaciones a las necesidades individualizadas de cada niño.
- Propiciar durante las comidas un ambiente adecuado, relajado y cómodo. Evitar las distracciones como uso de dispositivos móviles o televisión.
- No agobiarse con las recomendaciones, ya que son orientativas y cada caso tiene sus peculiaridades. No prefijar una cantidad de comida obligatoria, la cantidad es variable y no hay que forzar al niño.
- Ser especialmente cuidadoso con la higiene, tanto en la manipulación de los alimentos como durante su preparación.
- Incorporar de manera progresiva alimentos sólidos: cantidad, consistencia, tamaño, variedad y número de comidas.
- Fomentar una dieta variada, equilibrada, saludable, suficiente y personalizada.
¿Qué alimentos son recomendables para bebés después de la lactancia?
La recomendación de la A.E.P (Asociación Española de Pediatría) es que a partir de los seis meses vayamos ofreciendo alimentos nuevos de forma progresiva, comprobando la tolerancia del niño a los mismos y ofreciéndolos poquito a poco. Es importante no forzar e ir aumentando cantidades progresivamente. Cumplidos los seis meses de vida, los alimentos que se pueden ir dando a los bebés son los cereales, frutas, hortalizas, legumbres, huevos, carne, pescado y aceite de oliva. No existe una recomendación estricta de iniciar por un grupo de alimentos o por otro.
Grupos por los que se puede comenzar
- Frutas: se pueden dar todas las frutas naturales disponibles, es recomendable ir probando poco a poco las distintas variedades añadiéndolas progresivamente y viendo si le sientan bien. Empezar con textura de papilla finita y después ir aumentando a una textura más gruesa conforme crece el niño. Evitaremos los zumos que no tienen toda la fibra de la fruta y que además al ofrecerse en biberón pueden favorecer las caries.
- Cereales: se pueden ofrecer en papilla de cereal en polvo a la manera tradicional. Aún así, nunca deben sustituirse tomas de lactancia materna por un biberón de cereales con el único objetivo de introducir el cereal. Si hay una lactancia materna bien establecida el objetivo será conservarla si la madre así lo desea y ofreceremos el cereal incorporándolo en la papilla de frutas o en la de verduras. También se puede añadir un puñado de pasta o de arroz hervido, avena, quinoa o el cereal hidrolizado en polvo tradicional. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que este último tiene un alto contenido en azúcar y no debemos abusar del mismo.
- Verduras: evitar durante el primer año las verduras de hoja verde (espinacas, acelga, borraja, col de hoja). Estas tienen alto contenido en nitratos que puede favorecer la metahemoglobinemia. El resto de las verduras las ofreceremos sin problemas, preparándolas hervidas o al vapor, sin sal y trituradas en puré. Se ofrecen una detrás de otra y variando la composición para que vayan probando distintos sabores. Una vez que se ha acostumbrado a las verduras podemos introducir en ese puré la carne, el pescado o el huevo.
Las proteínas, otra de las opciones
- Carne: la carne es un alimento rico en hierro y proteínas, pueden tomar carne de pollo, pavo, ternera, cordero, conejo etc. Siempre carne magra con poca grasa y una ración pequeña, alrededor de 25 gr sería suficiente para no sobrecargar el riñón del niño.
- Pescado: también es un alimento fuente de proteínas, se puede dar tres o cuatro veces por semana, empezando por el pescado blanco (merluza, lenguado, pescadilla, etc.). Es importante que esté previamente congelado y sin espinas. El pescado azul lo introduciremos más adelante, sobre los doce meses. Se deben evitar los pescados azules más grandes y de larga vida que pueden tener un elevado contenido de contaminantes como el mercurio. Estos son emperador, pez espada, atún, tintorera y cazón.
- Huevo: se debe de introducir usando el huevo duro y es muy importante que esté bien cocido, tanto la yema como la clara bien hervidas, por lo menos quince minutos. Se introduce progresivamente, incorporándolo al puré de verduras y comprobando que va tolerando sin reacciones anómalas. El huevo es un alimento que puede dar alergias, por lo que ha sido práctica común introducir primero la yema y luego la clara, aunque las recomendaciones actuales son menos estrictas en este sentido.
Cómo añadir las legumbres y lácteos
- Legumbre: es un alimento rico en fibra y proteínas, pero de algo peor digestión, por eso es preferible darlas a mediodía, trituradas y sin piel. Por supuesto no deben guisarse con grasas, chorizo, etc.
- Lácteos: lo recomendable durante el primer año de vida es que la principal fuente de lácteos sea la leche. Se podría ofrecer a partir de los nueve meses yogur natural sin azúcar o queso fresco sin sal, siempre y cuando no supongan una cantidad mayor de 1/3 del aporte lácteo total del día. La leche de vaca entera se puede iniciar a partir del año de vida.
Alimentos no aconsejados para bebés durante la lactancia
Con respecto a prácticas contraproducentes, a la hora de incorporar alimentos en la dieta de los bebés es importante tener en cuenta lo siguiente:
- No añadir azúcar, miel o edulcorantes a los alimentos.
- Evitar el uso de sal.
- Evitar el consumo de bebidas azucaradas, zumos y bollería industrial.
- Para evitar el riesgo de atragantamiento en los cinco primeros años de vida, evitar alimentos como los frutos secos enteros, palomitas, fruta entera con granos, pepitas o trozos excesivamente grandes.
Recuerda:
- Las principales recomendaciones coinciden en que la lactancia sea la única fuente de alimentación de los bebés durante los primeros 6 meses de vida.
- Cumplidos los seis meses y hasta los dos años se recomienda mantener la lactancia, pero ir introduciendo progresivamente alimentos sólidos en la alimentación de los bebés.
- Este periodo de adaptación recibe el nombre de alimentación complementaria.
- En los tres primeros años de vida se ha de favorecer el consumo de cereales, frutas, hortalizas, legumbres, huevos, carne, pescado y aceite de oliva.
- Con respecto a alimentos no aconsejables, en bebés se recomienda evitar la ingesta de azúcar, miel o edulcorantes, sal, bebidas azucaradas, alimentos procesados o excesivamente grandes.