Fibromialgia y síndrome de fatiga crónica. Dos caras de un mismo sufrimiento
La fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica pertenecen a un grupo de enfermedades de origen desconocido en las que no se aprecia ninguna lesión en los tejidos. Ambas son físicas y potencialmente invalidantes y afectan a un porcentaje significativo de la población que busca constantemente una explicación a su sufrimiento.
Fibromialgia
Es un cuadro que se caracteriza por un dolor generalizado en músculos y tendones que se acompaña de fatiga, insomnio, rigidez matinal, dificultad para concentrarse, alteración en el ritmo intestinal, depresión y ansiedad, entre otros.
Afecta entre el 2 al 4% de la población, sobre todo a mujeres desde los 20 a los 50 años.
Puede aparecer de forma aislada o estar asociada con alguna enfermedad reumática (fibromialgia secundaria).
La ausencia de datos objetivos como pruebas de imagen o laboratorio, que confirmen su diagnóstico, la convierten en una patología que llega incluso a ser catalogada, por algunos profesionales, como psicológica. Esto conlleva a una desconfianza del entorno cercano sobre la realidad del dolor y a una gran sensación de incomprensión por parte del paciente.
Técnicas de resonancia nuclear magnética funcional han permitido afirmar que estos pacientes tienen activas las estructuras neuronales que se relacionan con el dolor. Esto permite afirmar con rotundidad que el dolor que sufren es real.
Si bien no se conoce la causa, hay consenso entre los investigadores en que la fibromialgia se debe a un problema con la manera en la que el sistema nervioso central procesa el dolor.
El tratamiento debe ajustarse a las características individuales del paciente. Como primer paso se puede indicar ejercicio físico aeróbico moderado, calor local, masajes y técnicas que ayuden a aliviar el estrés. Si esto no es suficiente, se suelen recetar antidepresivos y/o relajantes musculares, aunque su efecto suele ser irregular, paliativo o no aportar beneficio alguno. En otros casos se puede indicar ayuda especializada para paliar en lo posible su sufrimiento.
Síndrome de fatiga crónica
El síndrome de fatiga crónica es un trastorno que se caracteriza por una sensación de cansancio o fatiga, que no desaparece tras el descanso, con pérdida de fuerza o de vitalidad. A menudo, puede dificultar la realización de tareas habituales. La fatiga suele empeorar con los movimientos y la actividad por lo que es mayor al final del día.
También se aprecian pérdida de memoria y concentración, insomnio y dolor de cabeza. Estos síntomas a menudo no desaparecen o sí lo hacen de manera recurrente durante seis meses o más.
Cualquier persona puede tener síndrome de fatiga crónica, pero es más común en mujeres entre 40 y 60 años. Puede ser difícil de diagnosticar ya que varios de sus síntomas lo son también de otras enfermedades o efectos secundarios de medicamentos. No existen pruebas de laboratorio para su diagnóstico. Es necesario un examen médico completo. Tampoco existe cura o tratamiento aprobado para el síndrome de fatiga crónica, pero es posible que se puedan tratar o controlar algunos de sus síntomas.
Como se puede ver la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica tienen en común algunos síntomas. También comparten la falta de un test, un valor de laboratorio o una prueba de imagen que confirmen el diagnóstico. El mismo se basa en la clínica, el examen físico, la historia clínica y el relato del paciente.
El profesional sanitario que atienda a estos pacientes debe saber escuchar e interpretar las distintas circunstancias que lo acompañan y explicar estas afecciones desde la perspectiva de la biología. Está demostrado que un paciente informado, que comprende qué le está pasando y que se involucra en su recuperación, afronta sus síntomas con mayor eficacia, reduce su ansiedad, su nivel de catastrofismo y evoluciona mejor.