Linfedema

Linfedema: consecuencias para la salud y tratamiento

El linfedema consiste en una afección crónica que afecta al sistema linfático, una parte fundamental del sistema inmunológico. Este trastorno se caracteriza por la acumulación anormal de líquido linfático en una parte del cuerpo, lo que provoca hinchazón en tejidos blandos. Estos son aquellos que conectan, envuelven o sostienen los órganos internos y los huesos, e incluyen músculos, tendones, ligamentos, piel o vasos linfáticos y sanguíneos.

El linfedema puede ser primario, es decir, de origen genético, o secundario, causado por factores externos como cirugías, infecciones, traumatismos o radioterapia. Generalmente afecta a brazos o piernas. Aunque no existe una cura definitiva, conocer sus consecuencias y las opciones de tratamiento disponibles puede ayudar a las personas afectadas a mejorar su calidad de vida.

Las consecuencias del linfedema

A continuación se exponen algunos de los trastornos a los que se enfrentan las personas que sufren linfedema:

  • Dolor y malestar. La hinchazón puede provocar dolor y sensación de pesadez en la zona afectada, lo que dificulta la realización de actividades cotidianas y puede limitar la movilidad.
  • Infecciones. La acumulación de líquido linfático en los tejidos estimula la aparición de bacterias, lo que facilita la aparición de infecciones. Además, las personas con linfedema tienen mayor riesgo de padecer linfangitis, una inflamación de los vasos linfáticos que puede provocar fiebre.
  • Deterioro funcional. La hinchazón causada por linfedema puede limitar el movimiento y la función de las extremidades afectadas. Esto puede dificultar las actividades diarias, como vestirse, caminar o realizar tareas manuales, lo que afecta la calidad de vida de los pacientes.
  • Cambios en la piel. Con el tiempo, la piel afectada por el linfedema puede volverse más gruesa, dura y menos elástica. Esto puede provocar fisuras o úlceras que aumentan el riesgo de infección.
  • Trastornos emocionales. La aparición del linfedema y su impacto en la calidad de vida pueden desencadenar trastornos emocionales, como ansiedad y depresión. Es fundamental abordar estos aspectos para mejorar el bienestar de los pacientes.

 

Cómo tratar el linfedema

Aunque no existe una cura definitiva para el linfedema, hay tratamientos que pueden ayudar a controlar sus síntomas, aunque todos ellos deben consultarse inicialmente con un especialista médico. Entre los principales abordajes, se encuentran:

  • Terapia de descompresión compleja. Este enfoque combina varias técnicas, como el drenaje linfático manual, ejercicios terapéuticos, vendajes de compresión y determinados cuidados de la piel. El objetivo es estimular el flujo linfático y reducir la hinchazón provocada por la enfermedad.
  • Prendas de compresión. Éstas aplican una presión gradual en la extremidad afectada, lo que favorece el retorno del líquido linfático hacia el sistema circulatorio. Se deben usar de forma regular y bajo supervisión médica.
  • Ejercicio y fisioterapia. La realización de ejercicios específicos puede ayudar a mejorar la movilidad y la función de la extremidad afectada, así como a prevenir complicaciones futuras.
  • Cuidado de la piel. Mantener una buena higiene de la piel, así como hidratarla regularmente, resulta fundamental para prevenir infecciones y complicaciones cutáneas.
  • Terapias quirúrgicas. En casos severos de linfedema, se pueden realizar determinados procedimientos quirúrgicos que siempre deben ser consensuados junto a un profesional médico.

 

Recuerda:

  • El linfedema consiste en una afección crónica que afecta al sistema linfático, una parte fundamental del sistema inmunológico.
  • Esta enfermedad puede causar dolor, infecciones, un deterioro de la piel e incluso problemas emocionales.
  • No existe una cura definitiva para el linfedema, pero existen tratamientos que pueden ayudar a controlar sus síntomas.
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